Tuesday, December 16, 2014

Emilio Bobadilla vs. Enrique José Varona

D. Enrique José Varona (muy señor mío) es un crítico pedagógico. En lo que escribe se ve al dómine de antiparras y palmeta. Él no admite las apreciaciones de los demás, y habla con la suficiencia del maestro cuando se dirige al discípulo. Sus escritos no son malos; pero carecen de nervio y calor en la ejecución, de graciosidad y colorido en el estilo, de claridad y precisión en la idea y de elegancia y garbo en la frase. Se parecen á ciertas mujeres hermosas que no inspiran amor ni lujuria. —“Es guapa, dice usted, pero no me gusta, no tiene ángel.”— Su vocabulario es el de un expediente redactado por un oficinista que manosea libros de buena prosa castellana. No busquen ustedes, pues, en su prosa turbia y seca, ni desenfado, ni imágenes brillantes y audaces, ni movimientos desordenados. Como que Varona es un hombre eminentemente prosaico.
   Diríase de su prosa que es una mujer limpia, pero desabrida y tiesa y vestida á la antigua. No se crea que es todo casticidad lo que reluce. A pesar de sus pujos de purista, comete el Sr. varona galicismos y faltas de sintaxis como cualquier… Bofill.
   Anda siempre á vueltas con Cervantes, y se las da de lexicólogo y de gran conocedor de la filosofía. A menudo leo en las gacetillas de los periódicos habaneros cartas (que nadie me quita de la cabeza que son redactadas por el propio Varona, aunque firmadas por otro) en que se le consulta sobre si la palabra… quitrín, pongo de ejemplo, se deriva de catre ó de cama. Acto continuo toma la pluma y evacua la consulta, y todo para que se sepa que él es muy ducho en cuestiones etimológicas.
   La etimología es muy convencional, y eso se ve en las disputas que arman los etimólogos respecto del origen de una palabra. Quién dice que se deriva del latín, quién, del francés, éstos, del hebreo, aquéllos, del árabe. Resultado: que nadie sabe quién es la madre del cordero.
(…)
   A más de erudito, el Sr. Varona tiene sus ínfulas de poeta…bucólico. Es un versificador duro, tartajoso, sin estro ni fantasía; un poeta de la escuela de Cánovas, como quien dice. Presume de pintor de la naturaleza, que no conoce (como que se pasa lo más del año rastreando rancias etimologías, cuando no leyendo filósofos alemanes traducidos), y, á ratos, se permite sus desahogos subjetivos y canta, como cualquier sinsonte, tristezas que no siente, y si las siente no acierta á expresarlas, y torturas que como no sean las que pasa con los consonantes…
   En Cuba le tienen por una eminencia, y al paso que muchos, los más, se concretan á ensalzar á Montoro como orador á secas, cuando á más de orador es literato, de los de verdad, y filósofo que discurre con alteza (y cuenta que yo no estoy con su filosofía), al Sr. Varona, que es un expositor con cataratas de filosofía anubarrada, le ponen por las nubes en cuanto filósofo. Nuestro filósofo, le llaman. Sí, filósofo caribe.
   ¿Dónde está esa filosofía del Sr. Varona? Yo he leído sus Conferencias (paciencia se necesita) y, francamente, no he visto en ellas nada que revele á un filósofo, ni á un expositor siquiera.
   La primera cualidad del expositor es la claridad, y el Sr. varona peca de abstruso y revesado. Que es un hombre que sabe filosofía, no lo niego. La sabe: pero ¿dónde están esos ejércitos que veía D. Quijote? Manadas de ovejas, hombre, manadas de ovejas.

(Escaramuzas, Madrid 1888)

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